PRIMERA PLÁTICA EN LOS JARDINES DE LA ESCUELA VASANTA
Pregunta: ¿Tendría usted la bondad de explicar muy detalladamente qué entiende por su afirmación: “Sus maestros son sus destructores”? ¿Cómo puede un sacerdote, siempre que sea honesto en su propósito, ser un destructor?
KRISHNAMURTI: Señor, ¿para qué quiere usted un sacerdote? ¿Para que lo mantenga moralmente correcto? ¿Es por eso? ¿O para que lo conduzca hacia la verdad? ¿O para que sea su intérprete entre Dios y usted? ¿O tan sólo para que practique un rito, una ceremonia de matrimonio o de muerte, o la ceremonia de los domingos en la mañana? ¿Para qué necesita sacerdotes? Cuando averigüe para qué los necesita, entonces descubrirá que son destructores.
Jiddu Krishnamurti
Si ustedes dicen que un sacerdote es necesario para mantener recta nuestra moral, ciertamente ya no son morales, aun cuando el sacerdote pueda obligarlos a serlo; porque la moralidad no es compulsión, es una acción espontánea. La moralidad no nace del temor, no está condicionada por las circunstancias. La verdadera moralidad es comprensión espontánea y, por lo tanto, acción. En consecuencia, creo que un sacerdote es innecesario para sostener nuestra integridad. O si ustedes dicen que es necesario como mediador, como intérprete, para conducirlos hacia la verdad, entonces yo digo que ambos, ustedes y el sacerdote, deben saber qué es la verdad. Para ser conducidos a alguna parte, ustedes deben saber adónde se dirige, y el líder también debe saber adónde se dirige; y si uno sabe dónde está la verdad, no necesita un líder. Por favor, esto no es un razonamiento ingenioso. Sólo se trata de hechos. Pero ¿Qué es, entonces, lo que ha ocurrido? Hemos preconcebido qué es la verdad, en contraste, en oposición a lo que somos. Decimos que la verdad es serena, que la verdad es sabia, infinita. Debido a que nosotros no somos eso, hemos convertido eso en un opuesto y queremos que alguien nos ayude a llegar allá. ¿Qué significa eso? Significa alguien que nos ayuda a escapar de este conflicto hacia algo que suponemos debe ser la verdad. Por consiguiente, el sacerdote nos ayuda a escapar de las realidades, de los hechos.
El otro día estuve hablando con un sacerdote y me dijo que mantenía su iglesia a causa de que había tanto desempleo. Dijo: “Usted sabe, las personas desempleadas no tienen hogares, no tienen acceso a la belleza, a la música, a la luz, al color, no tienen nada, sólo horror, una vida espantosa; y si vienen una vez por semana a la iglesia, al menos allí hay belleza, hay alguna quietud, algún perfume, y se van apaciguadas por el resto de la semana y regresan nuevamente”. Por cierto, ¿no es ésa la forma más grande de explotación? O sea, este sacerdote en particular trataba de apaciguarlos en su conflicto, trataba de aquietarlos, en otras palabras, de adormecerlos con respecto a la posibilidad de que trataran de descubrir la verdadera causa del desempleo. Ahora bien, si ustedes dicen que los sacerdotes son indispensables para practicar los ritos, las ceremonias del cristianismo, averigüemos entonces si esas ceremonias, esos ritos, son necesarios, ¿Son necesarios? Como no asisto a ellos, no puedo contestar. Para mí no tienen valor; pero para ustedes, que asisten a ellos, ¿son valiosos? ¿En qué forma los benefician? Acuden a ellos en las mañanas de los domingos, se sienten muy devotos, inspirados, lo que fuere, y por el resto de la semana son explotados o explotan a otros. Sigue habiendo crueldad y todo lo demás. ¿Dónde está, pues, el valor, la necesidad de que haya sacerdotes? Si dicen que el sacerdocio es un medio de ganar dinero, entonces lo pondremos en una categoría por completo diferente. Si lo tratan tan sólo como una profesión, tal como la de la armada, el ejército o cualquier otra profesión semejante, entonces es una cosa muy distinta, y las religiones con sus sacerdotes no son, en su mayoría, otra cosa que eso: una vieja profesión. Por lo tanto, si acuden a un sacerdote como maestro que ha de guiarlos, yo digo que él es el destructor o explotador de ustedes. Por favor, no tengo nada contra los sacerdotes cristianos o los sacerdotes hindúes, para mí todos son iguales. Digo que son innecesarios para la humanidad. Y tengan la bondad de no aceptar lo que digo como si fuera una autoridad terminante para ustedes, una declaración dogmática. Obsérvenlo, considérenlo por sí mismos. Si sólo aceptan lo que estoy diciendo, también me convierto en el sacerdote de ustedes; por lo tanto, seré su explotador. Mientras que si consideran la cuestión en su totalidad, no de pasada sino completamente, verán que las religiones con todos sus sacerdotes sectarios, mantienen de hecho separada a la humanidad. Incrementan los horrores de la guerra, las diferencias de clase, las nacionalidades y, por lo tanto, todas estas cosas que conducen a los conflictos armados y a mayores explotaciones, en las cuales está ausente el verdadero afecto, el verdadero amor, la verdadera consideración humana.
Sus maestros son sus destructores
Jiddu Krishnamurti
PRIMERA PLÁTICA EN LOS JARDINES DE LA ESCUELA VASANTA
Pregunta: ¿Tendría usted la bondad de explicar muy detalladamente qué entiende por su afirmación: “Sus maestros son sus destructores”? ¿Cómo puede un sacerdote, siempre que sea honesto en su propósito, ser un destructor?
KRISHNAMURTI: Señor, ¿para qué quiere usted un sacerdote? ¿Para que lo mantenga moralmente correcto? ¿Es por eso? ¿O para que lo conduzca hacia la verdad? ¿O para que sea su intérprete entre Dios y usted? ¿O tan sólo para que practique un rito, una ceremonia de matrimonio o de muerte, o la ceremonia de los domingos en la mañana? ¿Para qué necesita sacerdotes? Cuando averigüe para qué los necesita, entonces descubrirá que son destructores.
Jiddu Krishnamurti
Si ustedes dicen que un sacerdote es necesario para mantener recta nuestra moral, ciertamente ya no son morales, aun cuando el sacerdote pueda obligarlos a serlo; porque la moralidad no es compulsión, es una acción espontánea. La moralidad no nace del temor, no está condicionada por las circunstancias. La verdadera moralidad es comprensión espontánea y, por lo tanto, acción. En consecuencia, creo que un sacerdote es innecesario para sostener nuestra integridad. O si ustedes dicen que es necesario como mediador, como intérprete, para conducirlos hacia la verdad, entonces yo digo que ambos, ustedes y el sacerdote, deben saber qué es la verdad. Para ser conducidos a alguna parte, ustedes deben saber adónde se dirige, y el líder también debe saber adónde se dirige; y si uno sabe dónde está la verdad, no necesita un líder. Por favor, esto no es un razonamiento ingenioso. Sólo se trata de hechos.
Pero ¿Qué es, entonces, lo que ha ocurrido? Hemos preconcebido qué es la verdad, en contraste, en oposición a lo que somos. Decimos que la verdad es serena, que la verdad es sabia, infinita. Debido a que nosotros no somos eso, hemos convertido eso en un opuesto y queremos que alguien nos ayude a llegar allá. ¿Qué significa eso? Significa alguien que nos ayuda a escapar de este conflicto hacia algo que suponemos debe ser la verdad. Por consiguiente, el sacerdote nos ayuda a escapar de las realidades, de los hechos.
El otro día estuve hablando con un sacerdote y me dijo que mantenía su iglesia a causa de que había tanto desempleo. Dijo: “Usted sabe, las personas desempleadas no tienen hogares, no tienen acceso a la belleza, a la música, a la luz, al color, no tienen nada, sólo horror, una vida espantosa; y si vienen una vez por semana a la iglesia, al menos allí hay belleza, hay alguna quietud, algún perfume, y se van apaciguadas por el resto de la semana y regresan nuevamente”. Por cierto, ¿no es ésa la forma más grande de explotación? O sea, este sacerdote en particular trataba de apaciguarlos en su conflicto, trataba de aquietarlos, en otras palabras, de adormecerlos con respecto a la posibilidad de que trataran de descubrir la verdadera causa del desempleo.
Ahora bien, si ustedes dicen que los sacerdotes son indispensables para practicar los ritos, las ceremonias del cristianismo, averigüemos entonces si esas ceremonias, esos ritos, son necesarios, ¿Son necesarios? Como no asisto a ellos, no puedo contestar. Para mí no tienen valor; pero para ustedes, que asisten a ellos, ¿son valiosos? ¿En qué forma los benefician? Acuden a ellos en las mañanas de los domingos, se sienten muy devotos, inspirados, lo que fuere, y por el resto de la semana son explotados o explotan a otros. Sigue habiendo crueldad y todo lo demás. ¿Dónde está, pues, el valor, la necesidad de que haya sacerdotes?
Si dicen que el sacerdocio es un medio de ganar dinero, entonces lo pondremos en una categoría por completo diferente. Si lo tratan tan sólo como una profesión, tal como la de la armada, el ejército o cualquier otra profesión semejante, entonces es una cosa muy distinta, y las religiones con sus sacerdotes no son, en su mayoría, otra cosa que eso: una vieja profesión.
Por lo tanto, si acuden a un sacerdote como maestro que ha de guiarlos, yo digo que él es el destructor o explotador de ustedes. Por favor, no tengo nada contra los sacerdotes cristianos o los sacerdotes hindúes, para mí todos son iguales. Digo que son innecesarios para la humanidad. Y tengan la bondad de no aceptar lo que digo como si fuera una autoridad terminante para ustedes, una declaración dogmática. Obsérvenlo, considérenlo por sí mismos. Si sólo aceptan lo que estoy diciendo, también me convierto en el sacerdote de ustedes; por lo tanto, seré su explotador. Mientras que si consideran la cuestión en su totalidad, no de pasada sino completamente, verán que las religiones con todos sus sacerdotes sectarios, mantienen de hecho separada a la humanidad. Incrementan los horrores de la guerra, las diferencias de clase, las nacionalidades y, por lo tanto, todas estas cosas que conducen a los conflictos armados y a mayores explotaciones, en las cuales está ausente el verdadero afecto, el verdadero amor, la verdadera consideración humana.
30 de marzo de 1934