A esta altura de las circunstancias es muy evidente que literalmente todo se ha descuadernado, esto a su vez conduce a que -de nuevo literalmente- todas las personas hayan perdido el arraigo que tradicionalmente sostuvo su discurso, dicho de otra manera, nada de lo pregonado a lo largo de su vida ahora tiene sentido, porque el entorno -junto con las instituciones y los valores morales- se han descuadernado más allá de una solución simple y de corto plazo.